El 30 de octubre de 1974, Muhammad Ali se enfrentó a George Foreman en una pelea que se convirtió en una de las más memorables de la historia del boxeo. Este evento, conocido como Rumble in the Jungle, no solo consolidó la leyenda de Ali, apodado The Greatest, sino que también introdujo términos icónicos como rope a dope. La pelea, que tuvo lugar en Zaire, fue el resultado de las exigencias financieras de Ali y la incapacidad de Don King para conseguir inversores en Estados Unidos.

Ali demandó $5 millones, una cifra sin precedentes en ese momento, que superaba lo que boxeadores legendarios como Joe Louis o Rocky Marciano habían ganado en toda su carrera.. Don King, un promotor ambicioso, logró lo que muchos consideraban imposible: conseguir que Muhammad Ali y George Foreman firmaran contratos para pelear a cambio de 5 millones de dólares cada uno. A pesar de las dudas generales, King encontró la manera de reunir los fondos necesarios, recurriendo a una fuente inesperada.

En 1965, Joseph-Desire Mobutu tomó el poder en lo que hoy es la República Democrática del Congo. Tras cinco años de dictadura, organizó elecciones fraudulentas en 1970, donde fue el único candidato, y comenzó un proceso de africanización, que incluyó el cambio de nombre del país a Zaire y la adopción de su largo título, que reflejaba su poder y ambición.. Mobutu Sese Seko consolidó su poder en Zaire a través de ejecuciones públicas de rivales políticos, sobornos y coerción, culminando en una nueva constitución que lo vinculaba al estado.

Su ambición no solo era el control político, sino también el enriquecimiento personal; se estima que en 1970 robó el 60% del presupuesto nacional y en 1988 tenía $50 millones en cuentas offshore. Tras asegurar la pelea entre Ali y Foreman, creó una empresa fantasma en Panamá para beneficiarse de las ganancias, mientras que supuestamente mantuvo a 1,000 criminales bajo el estadio, ejecutando a 100 de ellos después del evento.

El éxito del Rumble in the Jungle llevó a Ali y King a repetir la hazaña al año siguiente con el Thrilla in Manila.. Ferdinand Marcos se convirtió en presidente de Filipinas en 1965, ganando las elecciones democráticamente. Fue reelegido en 1969, pero pronto adoptó un enfoque autocrático. En 1972, declaró la necesidad de reformar la sociedad bajo un dictador benevolente, es decir, él mismo. Su benevolencia no se extendió a la oposición, a la que persiguió, encarceló y asesinó, incluyendo a su rival Benigno Aquino, quien fue asesinado en 1981 tras regresar del exilio.

Además, Marcos desvió millones de dólares del país, estimándose en hasta $10 mil millones, a pesar de que su salario oficial nunca superó los $13,500 anuales, mientras que muchos filipinos vivían con solo dos dólares al día.. Marcos, al enterarse de la posibilidad de un tercer combate entre Ali y Joe Frazier, no dudó en invertir para llevarlo a su territorio. Este evento, marcado por la violencia memorable del enfrentamiento, se convirtió en un hito que sigue generando admiración casi cinco décadas después.

A diferencia de estos eventos aislados, la relación del boxeo con Arabia Saudita se ha vuelto más duradera. En 2019, el promotor Eddie Hearn defendió la decisión de llevar la revancha por el título de peso pesado entre Anthony Joshua y Andy Ruiz a Arabia Saudita, a pesar de las críticas sobre la situación de derechos humanos en el país, donde se reportaron 146 ejecuciones en ese año.. Cinco años después, la oposición a la influencia de Turki Alalshikh en el boxeo parece haber disminuido.

Sin embargo, las preocupaciones expresadas en 2019 siguen siendo relevantes. A pesar de algunas reformas sociales en Arabia Saudita, como el derecho de las mujeres a conducir, el régimen del príncipe heredero Mohammed bin Salman sigue siendo autoritario y reprime la disidencia. Además, aunque él niega su responsabilidad, se le vincula con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, quien criticó a sus asesores más cercanos.

Alalshikh, uno de esos asesores, ha estado en el centro de la controversia, mostrando su cercanía al príncipe en redes sociales.. El uso de las redes sociales por parte de Alalshikh es evidente, pero su reacción ante las críticas es drástica. Un trabajador egipcio en Arabia Saudita fue condenado a 19 años de prisión por un tuit en su contra. En 2019, el príncipe tribal Sheikh Faisal bin Sultan también fue arrestado tras criticar a Alalshikh por gastar grandes sumas en eventos de entretenimiento mientras muchos en el país enfrentan deudas.

El boxeo no es el único deporte que ignora o se somete a regímenes opresivos; un claro ejemplo es el esfuerzo del presidente de FIFA, Gianni Infantino, para que Arabia Saudita sea sede de la Copa del Mundo 2034. Sin embargo, el boxeo, un deporte que ha sido históricamente vulnerable a personajes cuestionables, parece ser especialmente susceptible a estas influencias.. En el mundo del boxeo, la atención se centra en la esperada pelea entre Conor Benn y Chris Eubank Jnr, a pesar de las controversias que rodean a sus promotores, Mohammed bin Salman y Turki Alalshikh.

Estos personajes, aclamados por su influencia en el deporte, han logrado captar la atención de los aficionados, quienes parecen dispuestos a ignorar los aspectos negativos de su legado. La historia ha demostrado que los dictadores eventualmente pierden poder, pero en el boxeo, su impacto se mide por la capacidad de generar grandes combates. La relación entre estos promotores y el boxeo parece sólida, siempre que el dinero siga fluyendo.

. El futuro de boxeo parece incierto, especialmente si Riyadh decide desvincularse del deporte. Históricamente, el boxeo ha enfrentado crisis existenciales, pero siempre ha encontrado un nuevo patrocinador con recursos económicos abundantes. La tendencia es clara: si hay dinero en juego, el boxeo lo aceptará, sin importar su origen.